El poder de Diosdado Cabello en el territorio nacional solo lo puede disfrutar dentro de él y al momento de querer lograr hasta negocios al salir parece que no le funciona en lo abssuluto y sale a la luz sus peores características como su credibilidad que muestra en la desastrosa revolución bolivariana. Considerado como el hombre fuerte de la Asamblea Nacional Constituyente venezolana, ha perdido en las cortes de Estados Unidos un juicio que por los mismos supuestos ha evitado en España, publica ABC de España.
La semana pasada, la corte del distrito sur de la ciudad de Nueva York declaró sin lugar su demanda por difamación contra la corporación Dow Jones, propietaria del diario «The Wall Street Journal», introducida a raíz de la publicación de un reportaje según el cual Cabello y otros altos funcionarios del Gobierno venezolano estarían siendo investigados en EE.UU. por tráfico de drogas y lavado de dinero. En su edición del 19 de mayo de 2015, los periodistas José de Córdoba y Juan Forero suscribieron un texto titulado: «Funcionarios venezolanos sospechosos de convertir a su país en centro mundial de cocaína».
Cabello, para entonces presidente de la Asamblea Nacional (hoy disminuida en sus facultades, único reducto de poder en manos de la oposición), no pudo demostrar que una unidad de élite de la agencia antidrogas y fiscales de Nueva York y Miami no lo estaban investigando, tampoco que hubo malicia y mala fe de parte del prestigioso diario estadounidense.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de EE.UU., ha engordado en los últimos meses su llamada Lista Clinton, a la que ha añadido al presidente de Venezuela (Nicolás Maduro), el vicepresidente (Tareck el Aissami), el titular del Poder Moral (Tarek Williams Saab), el presidente del Tribunal Supremo de Justicia (Mikel Moreno) y la presidenta del Poder Electoral (Tibisay Lucena). A todos ellos, junto a decenas de otros altos funcionarios gubernamentales y jefes militares, les han sancionado con bloqueo y embargo de sus cuentas bancarias en EE.UU., pérdida de visados y prohibición de movilización de activos, medidas que se extienden a familiares y sujetos considerados testaferros o afines.
Para intriga de muchos en Venezuela, el número 2 del régimen no ha sido incluido aún en la lista de sancionados. Pero esta sentencia definitiva e inapelable de una corte de Manhattan y la circunstancia de que ahora es el «líder operativo» de una Asamblea Nacional Constituyente que ha sido desconocida –por fraudulenta en su origen y en sus actos– tanto por Estados Unidos como por una docena de países, incluyendo España, le otorgan a Diosdado Cabello el palmarés suficiente para engrosarla, aún cuando formalmente no haya sido acusado de algún delito.
Periódicos de ayer
La primera noticia documentada sobre las relaciones de Diosdado Cabello con el narcotráfico internacional (Cártel de los Soles) fue publicada en ABC el 27 de enero de 2015, suscrita por su corresponsal en Washington Emili J. Blasco. Decenas de medios y agencias de noticias internacionales la reprodujeron en todo el mundo. Cuatro meses después «The Wall Street Journal» la ratifica y amplía. Pero nunca se atrevió a demandar por difamación a este diario español. En su lugar, sí presentó querellas civiles y penales contra tres medios venezolanos que reprodujeron tales informaciones.
En su sentencia de 26 páginas, la juez de distrito Katherine Forrest ha establecido que Cabello no había cuestionado adecuadamente la esencia o el contenido subyacente en las informaciones que lo señalaban como investigado por su posible participación en tráfico de drogas y lavado de dinero. Es decir, no desvirtuó la falsedad material del señalamiento como el «objetivo principal» de las investigaciones en Estados Unidos.
La juez también indicó que, en tanto figura pública relevante, Cabello no pudo certificar que el WSJ hubiera publicado su reportaje con conocimiento de alguna falsedad o con imprudente desprecio por la verdad, que es el estándar legal para acreditar que pudo haber actuado con malicia real.
A pesar de haber sido advertido de tales fallas en la construcción de la demanda, luego de dos intentos de recomponer los alegatos, Cabello no logró satisfacer los requerimientos de la justicia. Según él, la publicación dañaba su reputación, y por tanto exigía una indemnización pecuniaria, que nunca cuantificó.
La sentencia de Nueva York se conoció en Caracas el miércoles 16 de agosto. Esa noche, durante cuatro horas continuas en la televisión estatal, en su programa «Con el mazo dando», Cabello se dedicó a amenazar a la oposición política, a denostar de la depuesta fiscal general Luisa Ortega Díaz, a reiterar lealtad a Chávez, a denunciar personas que al día siguiente fueron detenidas por los cuerpos de seguridad y a alardear de supuestas acciones militares contra el tráfico de drogas. En ningún momento se refirió a su nuevo estatus: ganador en buena lid de boleto de ingreso a la Lista Clinton.
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